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¡Soy multicultural! Multiculturalista identitario.

Así es, soy multicultural. Creo firmemente que la multiculturalidad enriquece. Es una realidad, es un hecho, está constatado que es la diversidad lo que nos hace ser diferentes y que es en tal diferenciación donde encontramos lo que nos hace ser especiales. Soy multicultural, porque multicultural quiere decir muchas culturas, y lo soy en sentido global, pues esa riqueza cultural se expande por todo el orbe. Negar esa multiculturalidad mundial es una estupidez, pues, es una realidad incontestable.

Soy multicultural y como tal defiendo a todas las culturas. Las defiendo todas sin distinción... Bien, a distinción de la mía, que la defenderé con mi vida si es necesario. Como identitario es mi obligación. Si amo mi patria, si amo mi identidad, debo proteger las demás, para diferenciarme, para no fusionarme en una masa informe, para ganarme el respeto y ser consecuente con mi afirmación de ser identitario, pero sobre todo para protegerme. Y así es, señores, no se sorprendan, Daorino es multicultural. Defiendo la existencia de diversos pueblos, de diversas razas y etnias. ¿Quién no se estremece ante la belleza y grandiosidad de las culturas orientales, la magia de las culturas sudamericanas, especialmente las tribales, y el colorido de muchas tribus africanas o el mundo árabe? ¿Quién no se enriquece intelectual, cultural y espiritualmente conociendo las costumbres, enseñanzas y artes de otros lares? Pero enriquecerse, respetar, asumir la existencia multicultural en el mundo no quiere decir que debamos renunciar a nuestra identidad, a la riqueza que nosotros, como grupo étnico, podemos ofrecer al mundo. Que hemos ofrecido, ofrecemos y seguiremos ofreciendo, pues sin los pueblos blancos... ¿qué sería del mundo sin nosotros los hombres blancos?

Así que soy multicultural, y para la defensa de tal idea abogo por el respeto escrupuloso entre los pueblos, a que ninguno haga injerencia, parasite o invada; abogo y exijo que no se cometan los errores del pasado y que tales errores no sean una deuda eterna para las generaciones actuales y futuras. La historia no debe ser una narración de resentimientos, sino una epopeya de la especie humana en sus desavenencias, la tragedia o la alegría de nuestra existencia a lo largo del tiempo.

Y ser multicultural, como actitud que respalda el hecho real de la coexistencia de muchas culturas diferentes en el mundo, no significa renunciar a la cohesión de nuestra propia cultura, a la existencia de nuestra raza y a la propiedad de nuestro territorio, no quiere decir que debamos convertir las sociedades en una caja de colores o una amalgama de costumbres irreconciliables entre sí. Cada pueblo en su casa y que cada cultura se desenvuelva en su territorio. El multiculturalismo en las sociedades al final no acabará con los pueblos blancos nada más, sino con toda identidad existente en el mundo. Primero acabarán con nosotros, puede que luego con los orientales, si es que no van por el mismo camino, en referencia a los japoneses, etc. ¿Vais a consentir que tal genocidio promovido por fuerzas que todos conocemos siga llevándose a cabo?

Así que qué discrepancia existe entre mi multiculturalismo, un multiculturalismo identitario, y el multiculturalismo marxianocultural que hoy reina y triunfa. Pues este multiculturalismo que hoy gobierna la conciencia de los incautos, inconscientes y confiados es que éste es racista, y racista a más no poder; es irrespetuoso con la riqueza cultural del mundo, sueña con un totalitarismo, el totalitarismo de la igualdad en el que ningún hombre se diferencie de otro. En definitiva, no quieren la diferenciación, sino la mezcla, y en tal mezcla se diluirá todo aquello que una vez fue algo. Ellos mismos son todo aquello de lo que acusan a los demás, ellos son los auténticos racistas, genocidas y criminales, ellos deberían ser los perseguidos, los amenazados por leyes que pretenden atemorizarnos y callarnos. Pero aquí no nos callamos, Daorino no se va a callar.

Y en la vida hay una cosa importante que asumir y que defender: ser nosotros mismos. Y ser nosotros mismos conlleva unirnos a todo aquello que nos propicie ser nosotros mismos. Los europeos deben nacer de padres europeos, y europeo no es ser un negro nacido en Stuttgart. Nosotros los europeos bien sabemos que ser tal cosa no es un trozo de papel, ni un trámite burocrático. Ser europeo es defender y amar la tierra que históricamente ha pertenecido a los hijos de todos los pueblos blancos. Ser europeo es nacer también de sangre europea, ya sea en África o en América, pues la sangre también es nuestra patria. Lo mismo que ese negro nacido en Stuttgart no dejará de ser africano y su sangre patria africana. Así que el mestizo se enfrenta a un problema de identidad, es el auténtico desarraigado, es el hombre nuevo que sueña la modernidad y que han promovido durante milenios todas esas religiones proselitistas como las abrahámicas.

Y ya acabo, categóricamente: las culturas fuertes no se mezclan.

JUNTOS Y UNIDOS POR EL MISMO PLANETA QUE COMPARTIMOS, PERO CON RESPETO, ESCRUPULOSO RESPETO, RESPETANDO LA DIFERENCIACIÓN


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